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‘Buscando un pájaro azul’, de Joseph Wechsberg

Me imagino una noche entre humo de cigarrillos, buen coñac y chaqués ostentosos. Damas con vestidos de grandes pretensiones y miradas de vuelos pícaros.Una música de salón de entreguerras que invita a pensar en la vida de glamour o, simplemente, en sobrevivir a un glamour en vida. Joseph Wechsberg hace que la vida no sea feliz, sino que seamos parte de esa vida. Porque todos estamos Buscando un pájaro azul.

Resulta agradable encontrarte con una narrativa que no te hace, digámoslo así, padecer. Abres el libro, lees, disfrutas, imaginas, y sigues la vida pensando en que los momentos llegan sin abrirles la puerta o indicarles el camino. No importa si haces o deshaces, solo vives. Joseph Wechsberg así lo cuenta. Una vida explorada en primera persona, da igual el tiempo que tardes en pasear por todos esos callejones. Nos encogemos de hombros y vivimos, da igual si en la Cámara de Diputados Checoslovaca de Praga o con nuestro amigo íntimo, el violín, en La Bourdonnais atravesando el Atlántico.

Mis amigos, confundidos por este puesto tan vagamente definido, me pedían en ocasiones que les describiera en detalle mis obligaciones. Yo me limitaba a encogerme de hombros. No sabía cuáles eran mis obligaciones. Como mucha gente dedicada a la política, no estaba del todo seguro de lo que estaba haciendo. Mi trabajo me ofrecía independencia y una gran cantidad de tiempo libre. Tenía también un buen sueldo. Lo mejor de todo era que conocí a muchas personas interesantes: políticos, camareros, estafadores, gente que necesitaba trabajo, un visado, una licencia, documentos de nacionalidad, pasaportes, contrabandistas de sacarina y comerciantes de alcohol.

Travesía

Buscando un pájaro azul es uno de los ejemplos más claros de que la literatura es placer, sentarte en la cubierta de un trasatlántico a disfrutar de un viaje que te mostrará muchas caras. Es por ello que el carácter autobiográfico toma poder y te inunda el alma. La cita anterior mostraba esa visión de presente con pasado olvidado y futuro que llegará para convertirse en pasado. Da igual si eres el secretario de uno de esos diputados o el segundo violín en la orquesta de un barco.

Buscando un pájaro azul, libro publicado por Automática, una travesía, casi autobiográfica, de música y vivencias de Joseph Wechsberg
Buscando un pájaro azul, de Joseph Wechsberg. Publica Automática Editorial.

Porque Wechsberg fue periodista, gourmet, escritor y, sobre todo, músico. Su pasión, es cierto. El programa musical de nuestro «pájaro» es aterrador, tanto como tener que esperar a que algún empresario nocturno de Montmartre se fije en tu arco para darte unos francos a cambio de tus servicios. Y te lo cuenta para que seas tú mismo quien esté en el salón de baile del Île de France y que aproveches la oportunidad de ver por primera vez Nueva York y sus peces gordos sedientos de coñac y whisky, víctimas de una ley semiseca. Sacándote un sobresueldo, bien sûr.

El anecdotario se centra en el arte de contar. Buscando un pájaro azul es, en sí misma, la vida del ave tan deseada. A través del viaje no encontramos atisbos de mal fario, de desencuentros personales ni bajadas de ánimo. Todo lo contrario: esa mínima sonrisa que te traslada a la época de entreguerras para disfrutar de las vicisitudes que el ser humano padece sin buscarlas, encontradas por la fuerza del destino. Y así, querido lector, conoces, como nuestro Joseph Wechsberg, a un plantel de lo más variopinto.

El coro

Quería el trabajo con los Blackbirds, por lo que decidí arriesgarme. Recordé a Calvin Coolidge. Si un hombre podía ser presidente de Estados Unidos sin abrir la boca, la misma estrategia debía de funcionar con los estadounidenses en el Moulin Rouge. Pedí un Pernod para Timanovich y un Byrrh para mí, y el trato se dio por cerrado.

Maravillas de la vida, cuando encuentras tu pájaro azul reconoces que el destino te sonríe. No porque te solucione la vida, sino porque descubres que las personas viven su vida y, en cierto modo, formas parte de ella. No importa si te crees una gran cantante y no entiendes el que se tapen los oídos al escucharte, o que seas un lavandero de barco chino y que sepas de qué pasajera es cada braguita que lavas y de qué petulante magnate son los calzoncillos que acabas de tender.

Wechsberg hace de un escrito toda una pasarela de cómicos pobres desgraciados. Él mismo se considera uno de ellos. Buscando un pájaro azul conoceremos todo un elenco de seres vivos dignos de un apartado en nuestra vida, a diferencia de unas décadas, y que aprovecharán cada minuto para sobrevivir alegremente, sin preocupaciones, aunque tengan que hacer aquello para lo que no les han llamado. Lucharán por conseguirlo, bien la sensación es que les preocupa poco la batalla o qué hacer para tenerlo en sus manos. Forman parte de la vida de nuestro músico, y él de la suya.

El pájaro

—Solo ha dos tipos de personas —defendía—: los que quieren algo de nosotros y aquellos de los que nosotros queremos algo. Tu trabajo es gestionar al primer grupo; ya me encargo yo del segundo.

La vida se reduce a esto. Cada uno gestiona los grupos a su manera. Joseph Wechsberg gestiona su literatura con el arte de mezclar ambos grupos, y lo sabe gestionar de maravilla. Al primer grupo, tú y yo estamos en él, nos ofrece lo que queremos, ni más ni menos: una novela magnífica con la que encontrar nuestro pájaro azul. Al segundo, tú y yo también estamos en él, le pide solo una cosa. Que sigamos Buscando un pájaro azul.

Buscando un pájaro azul, de Joseph Wechsberg. Publica Automática Editorial