Sé escribir, soy consciente, y no pocos me han insistido en que emprenda ese camino; pero atreverse con una narrativa como la que encontramos en No hay bisontes en los valles de amapolas es para valientes. Y, creedme, soy un cobarde. Transmitir tanto sin caer en la brusquedad, el barroquismo literario y —llamémosle así— la pedantería de la palabra solo lo saben hacer unos pocos. María Jesús Puchalt puso su empeño. Vaya si lo consigue.…